viernes, 21 de mayo de 2010

Ser fueguino, por José María Castiñeira de Dios.


Ser fueguino, por José María Castiñeira de Dios.

¿Qué es ser fueguino? La pregunta implica una definición de identidad y más aún cuando esa identidad está en pleno proceso de formación. Recuerdo ahora el título de una obra de Marechal, Las tres caras de Venus. Sí, tres caras de mi tierra natal, Tierra del Fuego, donde nací hace 86 años, con padres y abuelos afincados en Ushuaia desde 1913, mi patria chica, la que me hizo poeta.

Tres tiempos históricos de la soledad y el desamparo: el primero desde su poblamiento por los nativos y los pioneros hasta la creación de la Gobernación Marítima del entonces territorio nacional; el segundo hasta la eliminación del presidio (“esa negra visión que aún me aterra” según Ricardo Rojas); y el tercero desde su provincialización con la Constitución de la Provincia de Tierra del fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en la década del 90, hasta hoy.


Me dirán que el develamiento y el reconocimiento urbi et orbi de sus bellezas naturales, la afluencia turística, el descubrimiento de su riqueza petrolera y gasífera, su parque industrial, el crecimiento poblacional, contradicen la afirmación anterior de “tres tiempos históricos de la soledad y el desamparo”.

Y responderé con un dato estadístico del Censo nacional de 1991: sólo el 28,9 por ciento de los pobladores son nacidos y criados en su tierra natal. es decir, Tierra del Fuego tiene la menor capacidad de retención de sus pobladores de todas las provincias del país. Ser fueguino es, entonces, y en primer término, padecer el desamparo. En segundo término ser fueguino es sentir el orgullo del pionero, del que hace patria desde la patria chica.

Por eso lo valioso del aporte humano e intelectual de ese 70 por ciento de “venidos del norte” y de los países vecinos, injertados en una identidad anterior y a la que proveen de la renovada cultura conformada por sus escritores, pintores, músicos, artistas, profesionales, docentes, aunque manifiesten sus vocaciones en soledad, marginados por el “establishment” cultural capitalino. Por eso dije que ser fueguino (y todos los pobladores de la Isla Grande lo son por ser pobladores, malgré las distancias de “pago chico”) es serlo en soledad y desamparo.

Y, además, ser fueguino es el orgullo que aflora en todo fueguino cuando se le pregunta ¿qué es ser fueguino? Como me ocurre en este momento. Chesterton nos comprendería: “Los romanos no amaron a Roma porque Roma era grande; Roma fue grande porque la amaron los romanos”.

José María Castiñeira de Dios:

Poeta, escritor y periodista. Oriundo de la ciudad de Ushuaia, es una figura de las letras argentinas y un destacado hombre público que ocupó numerosos cargos oficiales.

3 comentarios:

  1. don jose maria, talento literario, hombre de bien, hacedor de la cultura nacional, luchador y consecuente con sus ideas, ejemplo de vida, para los fueguinos todos y para la nacion, un grande!!!!!!!!!!!

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  2. Rodolfo Manuel Beban19 de febrero de 2012, 23:03

    Mas claro imposible.Dn. Castiñeira de Dios, al que tuve la oportunidad de estrechar su mano en el 75, es un claro ejemplo del fueguino nato que transita por la vida dando muestras permanentes de su humildad y amistad dando honor a sus raíces.

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  3. COMO HIJA DE POETA, EXCELENTE DEFINICION DE LO QUE SIGNIFICA, SER FUEGUINO .

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